“Nuestras actuaciones del día a día son una herramienta muy poderosa que si la utilizamos adecuadamente, seguramente nos permitirá ser siempre recordados como realmente queremos ser recordados”

Aunque para algunas personas, éste podría sonar como un tema esotérico, o tal vez cursi, la verdad es que independientemente de nuestras creencias o convicciones personales, es de suma importancia que alguna vez nos tomemos el tiempo de reflexionar acerca de la huella o el legado que con nuestras actuaciones u omisiones estamos dejando en los demás y poder compararla con la que realmente quisiéramos dejar. La pregunta del cómo queremos ser recordados cada vez que pasemos por la mente de alguien, si bien para algunos de nosotros resulta de suma importancia, también es cierto que para otros resulta completamente irrelevante. Ser recordados de una manera u otra no necesariamente es algo que va a pasar cuando ya no estemos en este mundo, sino que de hecho sucederá en el día a día mientras estemos con vida.

Cuando pensamos en el legado que estamos dejando en los demás, casi siempre direccionamos su interpretación hacia la huella que estamos dejando en nuestras familias o en nuestros círculos más cercanos, es decir, pensamos en la forma como seremos recordados por nuestros hijos, esposas, esposos, familia en general y por todas aquellas personas que consideramos cercanas por haber sido parte de nuestras vidas o la de nuestros seres queridos. Sin embargo, la realidad está muy lejos de esto; cada actuación o cada omisión que tengamos en nuestras vidas ya sea con personas cercanas o con personas extrañas que jamás habíamos visto, siempre van a estar directa o indirectamente relacionado con la vida de otros. Cada palabra, cada gesto, cada expresión, cada mirada, cada actuación y cada omisión de actuación o indiferencia que tengamos en nuestros hogares, en nuestros trabajos, en la calle, en el supermercado, etc., siempre van a tener un efecto determinado en los demás; siempre van a dejar una huella consciente o inconsciente en los demás, ya sea porque fue bien recibida, mal recibida o simplemente porque fue ignorada. La verdad es que la mayor parte de las veces no somos conscientes de ello, pero de lo que sí podemos estar todos seguros, es que sea lo que sea, día a día, dejamos huella en los demás, así como los demás dejan huella en nosotros, a veces sin darnos cuenta.

Los seres humanos todos los días de nuestras vidas tomamos decisiones o dejamos de tomarlas, decisiones relevantes o irrelevantes. Las decisiones van desde qué marca de detergente comprar en el supermercado, hasta decisiones relacionadas con el rumbo que tomarán nuestras compañías. Influimos a diario en la vida de los demás, pero la mayoría de veces no nos damos cuenta, o al menos no somos conscientes del impacto que tienen en la vida de los demás nuestras actuaciones. Reflexionemos por un momento: ¿Cuántas veces usted ha tomado decisiones, o dejado de tomarlas, después de un proceso de análisis motivado por algo que escuchó, que leyó o algo que vio, en personas conocidas o extrañas? ¿Cuántas veces por ejemplo no hemos salido de nuestra zona de confort a consecuencia de las palabras de alguien que muchas veces no tiene nada que ver con nosotros? Es realmente impresionante cómo influimos en la vida de los demás sin darnos cuenta, tanto para bien como para mal. Seguramente durante su vida habrán sido varias las veces que usted se ha enterado de decisiones que han tomado personas cercanas a su entorno a consecuencia de reflexiones que sin ninguna intención profunda, usted les hizo en algún momento y de las cuales, terminó enterándose solo muchos años después.

Tenemos una herramienta maravillosa que es el poder de influenciar positivamente sobre los demás a través de la huella que dejamos en todos ellos con nuestras actuaciones u omisiones, porque querámoslo o no, siempre los demás van a capitalizar consciente o inconscientemente lo que deseen capitalizar. Sin embargo, no somos conscientes que contamos con dicha herramienta y además, muchas veces la estamos utilizando inadecuadamente. Si contamos con una herramienta tan poderosa como esta, ¿por qué entonces no aprendemos a usarla adecuadamente con el propósito de influir positivamente en los demás y ser recordados como nos gustaría ser recordados?

La vida laboral en las empresas es algo finito, es decir, no es para toda la vida; hoy estamos acá, mañana estamos allá, hoy trabajamos para alguien y mañana para nosotros mismos; en las empresas y en general en la vida misma, siempre estaremos en un constante proceso de aprendizaje y siempre vamos a estar aportando algo a los demás, así como los demás nos aportan a nosotros. Si bien nuestras actuaciones o decisiones no siempre serán compartidas por todos los demás, lo cierto es que siempre tendremos un auditorio al cual consciente o inconscientemente le estamos dejando huella. Sea cual sea la posición que tengamos en las empresas donde trabajemos, o sea cual sea la actividad que hagamos o no hagamos en nuestras vidas, para dejar una buena huella, el camino siempre debe estar marcado por una actitud honesta y transparente, una actitud orientada a hacer lo correcto de acuerdo con nuestras convicciones y buscando un adecuado balance del bienestar propio y de los demás, pero siendo consciente eso sí, que todo ello o parte de ello, va a ser absorbido como esponja por el consciente o el subconsciente de las demás personas. Seguramente para ninguno de nosotros será grato saber que se nos identifica o se nos recuerda como alguien que no queremos o que no somos, pero que seguramente en algún momento de nuestras vidas, con nuestros actos demostramos que éramos así.

Para dejar huella no necesitamos ser expertos en la ardua labor de la enseñanza, ya que nuestras propias actuaciones espontáneas y auténticas del día a día, se encargarán de llegar al intelecto de los demás; lo que sí es cierto, es que nuestros aportes a los demás no solamente serán las cosas buenas sino también las no tan buenas; algunos capitalizarán nuestras buenas actuaciones pero otros no; algunos copiarán nuestras malas actuaciones pero otros aprenderán de ellas para no repetirlas, es decir, hagamos lo que hagamos, siempre vamos a estar influyendo en la vida de los demás y siempre estaremos dejando huella. Nuestras actuaciones del día a día son una herramienta muy poderosa que si la utilizamos adecuadamente, seguramente nos permitirá ser siempre recordados como realmente queremos ser recordados.

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